Al mocho, mocho.
Al siglo XVI, enmarcado dentro del ensalzado e iluminado Siglo de Oro, le surge en España una novela que nos marcará para siempre: El Lazarillo de Tormes . Recuerden aquel niño que servía de guía a un viejo invidente que le tendía trampas. Nacía la picaresca española sobre el papel y que se mantiene viva, a lo largo del tiempo, en diferentes formatos. Un inolvidable Tony Leblanc junto al no menos grande, Antonio Ozores, lo llevaron al clásico cine español a finales de los 50 a través del timo de la estampita. En aquella película se daba fe de que vivimos en un país donde las estampitas representadas en billetes, décimos de lotería aparentemente premiados, o petroquímicas en El Musel (el petromocho más astur), eran motivo de una picaresca no carente de alevosía. Con los mismos fines, pero con diferentes procedimientos, las estafas siguieron vigentes en telediarios, prensa y corrillos. Aunque es cierto que algunas de estas estafas han evolucionado en esta era digital. Ahí ten...