Las campañas electorales; lo que no se ve.

 

Hay una cuestión que me llevo preguntando varios meses: ¿ya soy viejo? ¿cómo se mide la vejez? Utilizar la edad cronológica no deja de ser una vara de medir un tanto ambigua y variable según el sentimiento y la experiencia de las personas.

Yo me pregunto si soy viejo por haber pensado que me quedan 17 años para jubilarme. Asumo la madurez plena por los libros que he leído, las experiencias vividas, o por el mero hecho de encontrarme por la calle a exalumnos que ya tienen hijos en edad adolescente.

Pero si hay algo que me guiña el ojo cuando me pregunto por la vejez es el concepto de cambio. Haber vivido la evolución de las cosas, de los hechos, de las instituciones o del mismo cambio climático me genera una sensación de vejez (aquellas nevadas de los años 80, que ya no hay). Hoy lo he vuelto a revivir. Esta noche, en la que da comienzo otra campaña electoral, acudo a mi memoria para recordar que yo he vivido las auténticas pegadas de carteles con brocha y caldero en mano de un Felipe González con chaqueta de pana, un Manuel Fraga pletórico con sus andares arqueados o una Pasionaria que acumulaba arrugas de experiencia. Hoy damos al clic y sale el cartel electoral.

Y esto me ha dado pie a pensar en toda esta gente que hay trabajando detrás de las conocidas caravanas electorales. Y esas sí que han cambiado.

En una madeja insalvable se han superpuesto decenas de profesionales que miden absolutamente todo. Vestuario y estilismo de los candidatos, programadores de las caravanas que tienen organizado al segundo cada parada, cada mitin y cada intervención; jefes de prensa que son capaces de cuadrar el círculo donde coexiste el telediario de las 9 con el titular deseado en el momento en el que un redactor intenta dar un directo en mitad de un palacio de deportes abarrotado de simpatizantes; a la vez que los gregarios-regidores correspondientes azuzan a las masas a aplaudir y a mover las banderitas. También hay un comunity manager capaz de publicar ese comentario, esa foto o ese vídeo, a la hora de mayor tirón mediático en RRSS. Todos ellos gentes de partido que trabajan día y noche de forma incansable para que su líder obtenga el mayor número de votos posibles.

Las caravanas se nutren de personas enganchadas a teléfonos y portátiles que escriben notas y contestan a correos. Pero un poco más atrás quedan cosas y personas de las que muy pocas veces se habla. Porque tanto políticos como asesores antes de “subirse a la caravana electoral” han dado un beso de despedida a alguien a quien no volverán a ver en, al menos, quince días; con los que no habrá tiempo para hablar y, casi, ni recordar. Familias no de políticos, sino de trabajadores que se erigen en auténticos estrategas de las campañas. Todo ello sin olvidar a los que reciben órdenes de doblar turno para imprimir y colocar la pancarta correspondiente; chóferes que esperan para trasladar la lona, el merchandising o el equipaje del candidato cabeza de lista. Entran en esta lista los técnicos de sonido que permiten que esas insufribles músicas de partido; si bien ahora existen asesores musicales que elaboran playlists acordes a cada partido que amenizan las esperas al comienzo de los mítines y resuenan entre las paredes de plazas de toros, polideportivos que ahora llevan el apellido “Arena” y auditorios que dejan las corcheas y las fusas para afuracar tímpanos.

Y como no, azafatas, servicio de limpieza que apura hasta altas horas para dejarlo listo para el día siguiente, personal de catering que cocina y sirve los tentempiés.

Y, por supuesto, para que usted esté al corriente de la última promesa electoral decenas de periodistas acompañan las caravanas echando tantas horas extra como sea necesario para que, desde el sofá de casa, esté puntualmente informado.

Seguro que quedan sin nombrar muchos profesionales que están detrás del circo de la campaña electoral. Sin desmerecer al sector del espectáculo, pero es momento de prometer y prometer hasta… votar y después ya veremos si arreglan la carretera, construyen el centro de salud nuevo y/o atienden las necesidades sociales.

Así pues, sin necesidad de prometer, rompo hoy aquí una lanza en favor de todos los “olvidados” de la campaña electoral y que, por cierto, también votan y botan.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Quítate tú pa poneme yo

Pseudoarqueólogos